Así como los colores consiguen modificar el estado de ánimo en las personas, también influyen en su decisión a la hora de comer. Contrastes de colores en un plato despiertan el apetito.
Las personas seleccionan productos con colores vivos para alimentarse, pues los relacionan con una dieta óptima y saludable. Los expertos en gastronomía nutritiva elaboran platillos con productos con tonos rojo, verde, naranja, amarillo. Los colores tienen un papel importante a la hora de comer. Nadie va a ingerir lechugas marchitadas o tomates que estén negros.
Los alimentos con tonos grises o azules , generan rechazo para quien los prueba. Al no haber casi ningún alimento azul o gris que se ingiere habitualmente, es muy difícil que algo de ese color resulte atractivo para el comensal.
El color es un efecto de luz, que cuando llega a los ojos transmite el color de un modo positivo o negativo. Por ello es importante utilizar productos con colores llamativos para despertar el apetito, especialmente en los niños y adolescentes.
Un cebiche de pescado o camarones contienen elementos con colores rosa, verde, rojo. Hay muchos productos vegetales y tan variados que nos permiten combinarlos y crear platos atractivos. Sin embargo, el azul, plasmado en platos y en cubiertos influye en la dieta. Las paredes de un comedor deberían ser azules porque ese color colabora a controlar el hambre.
Para estimular el apetito se utilizan productos con tonos fuertes como el rojo, cuando vemos alimentos de color rojo lo relacionamos con un manjar. Ese color lo encontramos en las fresas, la corteza de las manzanas, las cerezas, los pimientos o los tomates. El color rojo también se relaciona con el calor. Las cadenas de comida rápida han utilizado ese color, en los productos o en su infraestructura para invitar a los comensales a degustar sus mejores productos.
El amarillo, según la psicología del color, transmite sensación de energía. Con ese color encontramos los bananos (plátanos), la piña, los limones, los pimientos. Esa atribución de energía se debe a la gran cantidad de hidratos de carbono que poseen.
El color naranja promete una sensación de bienestar, mientras que el color verde está asociado con la salud. Productos verdes como la lechuga, la acelga, el brócoli, las espinacas, contienen vitaminas, minerales y fibra alimentaria, necesaria para una conveniente alimentación y un correcto funcionamiento del organismo.
El color blanco, comunica una sensación de limpieza y paz. Es por eso que en muchos restaurantes se ofrecen los productos en vajilla de ese tono. Sin embargo, la tendencia actual promueve el uso de platos con colores fuertes, como el naranja y el verde, para la decoración del plato se utilizan colores que contrasten con el color del plato y los alimentos, de esa forma se resaltan los alimentos y despiertan el apetito.